En el profundo y eterno cielo de la noche, veo estrellas, radiantes y hermosas como tu, pero igual de lejanas, tanto, que nunca te darás cuenta de todas las lagrimas que he derramado y todo el dolor que de mi alma se ha apoderado por no poder consumar nuestro amor.
Jamás has de ser mía, parece ser el designio de los dioses, nunca podre besar tus labios tiernos y puros, nunca podre beber de la esencia maravillosa de tu hermoso cuerpo de mujer, nunca podre unir tu silueta con la mía bajo el manto y la complicidad de la madre noche, solo tengo el consuelo de mis sueños, aunque despierto bañado en lagrimas con los primeros rayos del sol, un sol que no parece haber sido hecho para mi.
Rayos de luna acarician mi alma, bañan mi ser en medio del viento y la oscuridad, dibujo tu silueta y tu cabello con ellos, dibujo tus caderas, tu cintura, tus piernas, tus senos… todo tu hermoso cuerpo de Venus recién nacida, pero recuerdo que no estas aquí y mis lagrimas borran aquel dibujo.
Veo nubes moverse al compás de los susurros del viento, me imagino sumergido y embriagado en el perfume delicioso de tus cabellos, danzando suave y lentamente, mientras nos fundimos en un solo ser, creado por el amor, la pasión y el placer… abro mis ojos, está amaneciendo, pronto moriré.