Ojalá me encuentre
el olvido
masturbando la entelequia de tu sombra,
con la osamenta hecha polvo y las carnes reventadas.
Ojalá tu recuerdo
me vea desnuda
de mí,
con el pelo lleno de alas y los volcanes deshelados,
y arrase
piadoso como el tiempo,
pacífico como la guerra.
Fui,
de tus enemigos,
el más ingenuo:
escondí las armas en tu despedida
y miné una valentía que jamás pisarás.