\"espero perdone mi imprudencia, pero intente estar en mi posición. Escucharle esas palabras en una mañana tan grata como inolvidable, generó en mi alma un fuego tan intenso, que incineró hasta el ultimo miedo que detenía mi mano para escribir este poema. Gracias por esa corta pero increíble historia Andrea\".
El secreto lo murmuró en mi oído una sirena llena de estrellas.
Existe un mar secreto que pocos pueden ver,
dijo con cierta melancolía la hermosa sirena;
recostada en el patio de su memoria.
Me dijo que el cielo es un mar,
y las blancas y ondulantes nubes
son las olas de aquel mar,
de su propio mar.
Agradecí profundamente el secreto contado por aquella sirena,
que lleva en sus pómulos un sin fin de fulgurantes estrellas.
Gracias a ella,
ahora me desplomo en el suelo
con el alma abierta y el pecho apuntando al sol,
ahora, no solo veo la afable tranquilidad enseñada
por un abuelo disfrazado de papá.
Ahora también navego el mar secreto e inabarcable de aquella sirena,
sirena de alma rebosante de libros,
sirena que respira historias de sal.