Para recordar cada vez que las noticias informan del “duelo nacional” por la muerte de un político
Que se muera esa plaga
! Que se muera ¡
Que le den gracias a su dios que no fueron otras manos
distintas del destino las que no le dieron
el último empujón a su existencia.
Que se larguen de este mundo
a los cielos de fantasía construidos
a ver si allí continúan mirando a sus vecinos
por encima del hombro
con su secular desdén y orgullo inveterado.
Que se pudran lentamente
sus cuerpos orgullosos adosados de venias y lisonjas.
Que los castigue el frío de la tierra
para que apague el ardor de petulancia
de creerse el mismo sol del saber, de la bondad,
sol de justicia, de pulcritud,
de moral o perfección alguna.
Que se conviertan, como todo mortal por ellos despreciado,
sus carnes que otrora se sintieron protegidas
por la fama social con argucias y traición
o por otros construida,
en caldo bacterial de podredumbre
que se iguale al hedor de sus conciencias.
Que se vayan al carajo esos malditos
sin un adiós, sin una lagrima,
más bien con un suspiro
que se torne en grito de placer y de gran jubilo.
Plaga asquerosa de clase gobernante
que abusaron del poder de un pueblo iluso
no merecen siquiera haberse inscrito
bajo la dignidad especial de “ser humano”
no merecen que sus nombres de apellidos ancestrales
sigan manchando las páginas sangrientas
del libro de la historia de mi tierra
que nunca ha registrado,
ni siquiera al margen,
al constructor humilde de todo cuanto hay hecho.
Si en el fondo ignoto de este canto
late una pasión mezquina
entiendan que responde al pago de odio
que les debo,
y que es el fruto natural de la semilla
que han sembrado en la cándida huerta
de conciencia de mi pueblo.
¡ Que se larguen de este mundo,
que se acaben,
y que en ningún otro mundo
los esperen ¡