La tarde roja como el planeta
la liebre ciega arrolla el chamizo
los amantes enredados
salpican el salitre
que escucha el fonema del mar
el mezquite ríe espumosamente
contra el viento
en tiempo de cuaresma
los amantes se sueltan y se alejan
el mar insiste en los ojos
en los oídos de todos los animales
se mece todo el tiempo
como el corazón
nunca está quieto
los amantes regresan
y no se topan
solo hay una primera vez
confundida en las demás
la candelía se venga
con un escupitajo del sol
siempre
el brillo del salitre
acecha a los amantes.