Y me entretienes tú
en tu campo sagrado
donde fluye la miel,
el trigo, la cebada,
los frutales del bosque,
las vides , las higueras
y el olor de la tierra
que se pega a la piel.
Y me entretienes tú
con tus ojos de cielo
con la voz del amado
con el oído presto,
con la mano que escribe
lo que dicta el silencio.
Y mientras me entretienes
yo te conozco, Dios.
Andrea