El Poder Popular atiende el martes,
y me canso de ir todos los días
sin recibir al menos una frase
del claustro que trabaja en oficinas.
Mi cara tiene penas infinitas,
por eso me responde muy afable
el buró que rodean veinte sillas:
Para tu piso ¡ay! no existe parche.
Y me pregunto: ¿Qué podría hacer
para escuchar la voz de las personas
que llevan los papeles en las manos?
¡Si cambiara la forma de la ley
y el sistema social totalitario
será viable realizar la obra!