Tras los agrestes muros
con sus blandos pies
camina su cansancio
de los años viejos.
Alma, corazón y sangre
de floridas primaveras
condensadas enredaderas
en su espalda trepan
forjando más pesada
la herencia de su tiempo.
Una armonía se le hizo carne
en sus pretéritos de otoños
tiene un resumen lírico
y en ella, sutil duerme
una arcana melancolía.
Su espumoso cielo blanco
hoy, su esencia cubre
galardonando los años
cual fruta dulce y fresca
con su sabor de vida
que el tiempo insume.
¡Oh! bella ancianidad
eres digna de toda eternidad
misterio supremo
de todo un pasado
albergando azules luceros
con tristeza o sin ella
llenando de estrellas
su viejo sendero.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 25-08-2016
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