Lo siento, mi vida recae sobre ti.
Presumo mi hipotética soberanía a diario, mientras tras fidedignas palabras escondo que mi universo entero depende de ti.
Qué insolente, qué audaz me he de creer; al tanto compromiso imponer, al nuestras manos atar, al tu sangre implicar, al tu historia orbitar.
Con un poema me atrevo a disculpar por las molestias que ésto te pueda causar; aun que sólo como medida seguridad, le encargué a Cerbero sin mi no dejarte bajar, por si acaso se te ocurre escapar.