Regálame bella dama
tu sonrisa de alegría
como sabrosa tajada
de colorada sandía.
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Cuando respiro me agrada
tus fragancias exquisitas
me recuerdan las guayabas
cuando están bien maduritas.
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Esas uñas de tus manos
con su brillante escarlata
son semerucos colgados
bien maduros en su mata.
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Tus besos saben a piña
tu voz a melocotón
y hasta bajo tus axilas
huele a manguito dulzón.
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Tus ojos de tamarindo
con sus frutales miradas
son melones maduritos
bien picados en rodajas.
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Tu mentón huele a manzana
y tus mejillas a fresa
que luces almibaradas
con unas dulces promesas.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela