Medellín, agosto 25 de 2016
Casa Madre. 09:59 P. M.
Para vosotras deseo, la paz del alma mujeres,
y que el Padre Verdadero, siempre os colme de talento;
sobre esta tierra ya sois, un lujo de bellos seres:
¡Alam y neladi moni, leeros me da contento!
Después de haber superado, el ecuador de mi vida,
llegasteis a oxigenarme, con vuestros hermosos versos;
escrito este panegírico, y no es porque alguien lo pida:
¡tan sólo estoy esperando, halléis mis sueños dispersos!
Porque allí es donde deseo, llevarme vuestros recuerdos,
por lo demás no me afano, llevo un puñado de empeños;
que de a poco voy cumpliendo, pido a los hombres ser cuerdos:
¡que nunca olviden que fueron, hace unos años pequeños!
También igual que vosotras, jugasteis a las muñecas,
y entre dos o tres teníais, una que era consentida;
por cierto ahora recuerdo, hubo en casa una con pecas:
¡y una de mis dos hermanas, la llevaba bien vestida!
Pero yo también jugué, a ser creo un buen papá,
y ahora que ya lo soy, sé que aprendí la lección;
aunque debo estar seguro, igual la que fue mamá:
¡crecimos no cabe duda, con un noble corazón!
Pasan los años y entonces, los hijos hacen su hogar,
es difícil aceptarlo, con la llegada del ciclo;
igual lo hicimos nosotros, debemos verlos marchar:
¡y allí en su cuarto quedaron, la muñeca y el triciclo! ...
sobre el cual confieso ahora, por un momento lloré,
es que no pude evitarlo, aunque suelo ser valiente...
desde cuando era un chiquillo, de pesar me desfloré:
¡y por el dolor del otro, seré siempre un combatiente!...
con vosotras las mujeres, hay una deuda pendiente,
la factura ya es muy grande, y la debemos pagar,
quienes se creyeron fuertes, fueron débiles de mente:
¡y hasta su propia conciencia, creo les debe asustar!
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino