Del monte su luz renace
caricias de tallador
la savia reseca es su ilusión
alma de carpintero, la razón.
Sus manos color de tierra
luz de astillas sus claros ojos
se apasiona en la dulce espera
entre espinas y abrojos.
Su corazón, tallado y madera
abraza sutil anhelo
da forma con desvelo
a la ilusión que adentro lleva
y llegará el día
que de una niebla de otoño
convierta un fresco retoño
honrando su gracia y maestría
en un alma sin tiempo
entre estrellas y algarabía.
La sabia reseca es su ilusión
alma de carpintero, la razón.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 24-08-2016
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