No hay poesía sin tu mirada
Sin tus manos ardientes de deseo,
Es la copa roja de tus labios
El vino que estaña mis besos
En las islas orientales de la vida.
Como un musgo aferrado a la roca
Me encuentro en este desfiladero,
Los huesos atados al alma
Poeta sin versos ni tiempo,
Tierra abierta a la semilla
Al trémulo amor que espero.
El talle de tu cuerpo lo hago mío
Como la risa de tus ojos ligeros,
Tú abrazas las notas de mi piano
Y el manto que cubre tu cuerpo,
Se abre tu pecho desesperado
al silencio que nos da el encuentro.
Se acalla la bulla del cemento,
Y un espejo que la lluvia desviste
Abre a las fachadas el misterio,
Una estela palpitante que funde la calma
Con el sello de una luna ensangrentada,
Y te miro en la poesía de tu cuerpo,
Para marcar tu piel y tu alma.
Leandro
Derechos Reservados
2016