Hoy se escucha latir un corazón hallado intacto en una fosa.
Nos enseñaron en las escuelas los maestros
que los órganos humanos de la guerra
Acabaron todos siendo devorados en las bocas de las hormigas.
Y que no abría resurrección posible ni manera de encontrarlos.
Pues los muertos eran gente huidiza,
Que costaba prenderlos por los caminos y llevarlos a los cementerios.
Pero si insistían en buscarlos,
Habría que hacer hablar al agua, a las piedras, a las hierbas.
También me dijeron en la escuela, y en la televisión los democráticos políticos
que sería apocalíptico
Un ocaso que tuviera su eco entre la tierra y el tiempo.
Que saltar después de más de 70 años hacia atrás
Haría temblar la memoria de los hechos.
Y que el regreso de unos huesos carcomidos a un cementerio
No podría ser después de tanto tiempo
Como un acto heroico al que rendir honores,
Pues nadie recordaba nada.
Decidieron que mejor que mirar coronas de flores,
Cerrar la boca y mirar las cercanas estrellas del firmamento.
Llorando si uno quiere pensando que algún día también ellas se harán polvo
Y se olvidará su recuerdo.
Angelillo de Uixó.