Laguna:
Cuando el necio niño solía
hurgar en la vieja ventana
visiones hermosas tenía
de un lago en la sierra lejana;
los rayos del sol repelía,
surcaba la brisa liviana
y entonces sonriendo decía:
“está encantada la sabana”.
“De violentas quebradas fuente
que con maternal seno acuna;
cristal de la vida naciente,
con tal encanto no hay ninguna”.
Tan insomne como impaciente
avistaba la ancha laguna,
con terca ilusión inocente
hasta que emergía la luna;
que untaba entonces su luz clara
sobre la corriente ïnquieta,
como si en el fondo buscara
su hoyuelada y blanca silueta;
elipse eléctrica que ampara
en su cara oscura y secreta,
la pueril alma, ingenua y rara,
del pequeño niño poeta.
y por los sueños infantiles
al sol veía, presumido,
peinar sus bucles tan febriles
en el reflejo sumergido,
que el agua, con pompas sutiles
como huellas del cauce dormido
refractaba en cielos añiles.
¡Lago en espejo convertido!