EL ROBLE
Un roble taciturno
junto al desdén del río
se mece con la brisa
que toca sus raíces,
se dobla, se detiene
y luego se levanta
como pidiendo al cielo
cerrar sus cicatrices.
El viento se detiene,
el roble se dispone
a proseguir su paso
que no tiene fronteras,
esta firme y seguro,
erguido como antes
sin importar que el viento,
destruya lo que quiera.
El gemido del céfiro
se escucha como un eco
y el roble ya descansa
pues ya no siente miedo,
de que venga otro viento
que quiera derrumbarlo
y se siente con fuerzas
de poder detenerlo.
Anahilda Garcia
Copyright