Es la fría noche de un día de junio,
Rompe el silencio la gota sin rumbo,
El pálido reflejo del cristal en plenilunio
Y la ausencia del viento, aquieta los juncos.
Intento con letras apaciguar el tiempo,
Escribir sorpresas en el primer intento,
Soltar la emoción, sin jinete, sin freno,
Y atrapar las ideas que flotan en el tintero.
Sobre mi espalda, siento la mirada juiciosa
De un benjamín que con dudas tempranas
Deja colgada en el aire, su inquieta mirada
Y lanza tormentas, con su incógnita palabra.
Papá, ¿los poetas también mueren?.
Vasta duda, se apoderó de mi reflexión,
Con el viento en contra, navegue sin timón,
Y naufrague en silencio, en la roca de la confusión.
Muere el hombre, aquel que hace las letras,
El que no tiene culpa de ser marioneta
Y vive el poeta cuando su mensaje te llega,
El que siembra semillas que germinan al verlas.