Era un señor elegante
vestía con ropa fina
se paraba en cada esquina
se las daba de tunante,
plata tenía bastante
y muchas se le acercaban
el pensaba que lo amaban
porque algunas seducía
el ingenuo lo creía
creyéndose el gran amante.
Una joven se acercó
veinte años iba a cumplir
y más para que decir
perdido se enamoró,
y como un quinceañero
le pidió fuera su esposa
ella coqueta y graciosa
dijo que si a la propuesta
porque estaba bien dispuesta
a disfrutar su dinero.
Setenta había cumplido
ella una potra fogosa
no sería fácil cosa
el cumplir el cometido
pero era muy decidido
muy resuelto y apasionado,
creyó que había encontrado
motivo para arriesgarse
no pensó que iba encontrarse
con un volcán encendido.
Cuando le empezó a fallar
a los dos meses y medio
le dijo toma remedio
para que puedas actuar,
la viagra empezó a tomar
de noche, tarde y mañana
ella quedaba con gana
el pensaba en adulterio,
fue a parar al cementerio
y ella quedó con la lana.
Autor: Aníbal Rodríguez.