Digna de venerar
tu aura dorada te entibia
blancura fría, nieve divina.
El crepúsculo tu aliado,
te libera de la centinela.
Suspendida al compás del universo
luz rebelde frente al negro
presente en todo lo inmenso al mismo tiempo.
Humilde a la dignidad divina
siempre desde arriba
pero para abajo mira.
De tu ombligo salen grietas,
caminos infinitos, que vuelven al centro
y del centro salen, dejando el surco del sudor.
Te envuelve un polvo brillante, y
tus raíces invisibles, ancladas en las mareas.
Almacigo de la energía.
…Inocencia etérea, incandescencia posesiva…