Del amor ya me había despedido
y cerrojos le puse al sentimiento,
era tanto el dolor ya padecido
por sentir de su chispa gran tormento.
En mis noches de insomnio yo pensaba
que sentirlo tan solo dio tristeza,
que su aroma veneno me dejaba
que mi vida extinguía cual pavesa.
Mas de pronto cruzaste mi camino
con palabras repletas de ternuras,
en tu rostro miré lo mas divino
que podía curar mis amarguras
Tu lograste de fuegos encenderme
y brotó de mis venas la emoción,
con tus besos tan fácil fue perderme
en el limbo candente de pasión.
Tu lograste llenar con tus encantos
el vacío de un triste corazón,
y surgieron de amor los dulces cantos
con la suave caricia de ilusión.
Hoy de nuevo mi vida está vacía
sin el regio fulgor de tu mirada,
y te escribo mi triste poesía
con el alma de penas anegada.
Si te alejas creyendo que te implore
nunca pienso volver a importunarte,
si en mis versos quizás dolor aflore
el orgullo me ordena el olvidarte
Cruzaré con mis cantos de poeta
esa senda de pena y de agonía,
mientras sigues tu vida de pebeta
pensaré que tu fuiste flor de un día.
Autor: Aníbal Rodríguez.