El preso renuncia a la libertad
tras las rejas amargas del pasado.
Su pensamiento sigue libre;
él puede arrancar
de su triste recuerdo
todo aquello que lo arrastró
a la cárcel del presente.
Renunciar a vivir,
es como un condenado a morir,
esperando la madrugada
para dejar escapar la vida;
negándose a encontrar el sol,
entregándose al último atardecer
que dará paso a una eterna noche
envuelta en llanto.
Renuncio a renunciar
como un acto de libertad.
Ahogo los versos tristes
en el vino embriagador
del optimismo.
Escapo
de esta sociedad necia.
insensata,
vacía...
Me quito el traje del afán,
me envuelvo en el amor,
disfruto el detalle.