Vuelvo a casa, tras una larga ausencia.
Los maestros ya nos están,
se cansaron de enseñar a oídos sordos.
El viento sacude las hojas secas,
bajo pupitres vacíos
y paredes desconchadas por el tiempo.
La vieja pizarra, se esconde tras letras huecas
y un mugriento cuaderno, descansa tras los cristales rotos,
de esta ventana,
por la que mis ojos miran, con melancolía y tristeza.