La Amada
Escucha el sonido de mi verso;
como la lluvia fresco, como la seda terso.
Lo inspiras tu, musa delicada,
en mi numen presente, en mi mente deseada.
Deja que aspire el perfume que a tu paso dejas
y analice el misterio que hay bajo tus cejas,
para interpretar con mis líricos antojos,
el enigma que esconden, tus negros ojos.
Hay en tus labios dibujado un beso,
es tu aliento flor de tenue aroma.
A diario pido, en mi ferviente rezo,
ser la ilusión que a tu pupila asoma.
Deseo ser el tenor que canta,
amorosa oda, que su voz agiganta,
teniendo fondo orquesta y coro,
mientras peinas tu cabellera de oro.
Quiero verte, total, hermosa e ilimitada,
con tu alma totalmente transportada,
lanzando un suspiro, pudoroso y mudo,
mientras con estrofas, hilvano mi saludo.
Se adivinan tesoros en tu pecho; vestal dormida.
En tus esencias riquezas escondidas.
Correspondencia mágica que empieza a ser leída.
Jardín de ensueño con rosas florecidas.
Deseo ser voz, por ti querida,
el amante presuroso que acude a tu llamado,
como la sangre pronta que fluye en una herida,
como corcel en la pradera: libre, desbocado.
Mi voz, saeta que pronta va volando,
se eleva hasta el cielo, suplicando:
-¡de ella no me alejes¡, mantenme unido.
Y DIOS, misericorde , atiende mi pedido.
-No te preocupes, me responde,
-¡ése amor , lo tengo bendecido!.