¡Qué mañana!
El rocío y la brisa,
los gorjeos y los trinos.
Aire dulce
con frescura del pasado
y de ausencia.
En el cuarto asfixiante
del gigante de cemento,
en el humo y el barullo
y en la pugna por vivir,
las caricias de aire puro,
el perfume del jardín,
los arpegios y los trinos
y el milagro de existir.
Aquí el alma,
más allá
el pensamiento,
y allá, la realidad.