En el meridional bochorno
El pueblo viejo recorriendo
Y de fatiga sucumbiendo
Noté el mítico adorno
Del roble alto y frondoso
Que, un milenio creciendo,
Prestaba su frescor umbroso
A los cansados caminantes
Y cuyas ramas esmeraldas
Lozanas y aliviantes,
Contraste con arenas galdas,
Al son de pájaros cantantes
Ligeramente se movían
Y del bochorno protegían...
En la corteza arrugada
De este encantado roble
Sentía la riqueza noble
De la antigüedad pasada...
Y en su sombra descansando
Con el calor se percebía
Que en su cúpula pesada
Y en su fronda tan umbría
Decían sus conjuros vagos
Las voces bajas de los magos...
Y por el son misterioso
Del susurrar adormecido
Al pie del árbol milagroso
Caí y me quedé dormido.