John morales

A tu ausencia


Amada, estoy sentado aquí; si vieras
que las mañanas ya no son las mismas
desde ese marzo tenue, nuestros prismas
no dan su luz, y cómo aúllan fieras.

 

El invierno hizo suyo, lo antes nuestro;
el atrio triste llora, si supieras
de mi congoja. ¡Vuelve cuando quieras…!
y quita de mi lomo este cabestro.

 

Apronta tu regreso amada mía,
y aparta el basilisco de mi seno
que ahoga mi dolor en su veneno.

 

Hay sombras de una cruel melancolía,
y ese sollozo abstracto femenino.
¡Regresa..! Y no equivoques el camino.

 

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David John Morales Arriola