boris gold

ODA A UN VIEJO BOHEMIO (que cree en los reyes magos)

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Después de una plácida cena y con un par de vinitos por medio, comienzo mi vieja rutina de acomodarme en mi sillón preferido, que no será un “Luis xv” pero tiene lo suyo (que joder), cierro los ojos y me dejo llevar por mi estado de ánimo, tan proclive a los sentimentalismos.

De mi “afiebrada mente” comienzan a brotar ideas que debieran estar por lo menos en algún libro de Freud, no se olviden que mi estado mental…no es el más óptimo que digamos, no se me ocurrió nada mejor (ni nada peor) que ponerme a desmenuzar el origen de las cosas.

 Pero en vez de bucear en lo fácil, como hubiese hecho alguien en su sano juicio ¿yo que hice? Adivinaron, busqué lo más complicado, no lo hago así porque me considere  más inteligente que otros, sino para demostrarles a todos, que por algo me recibí de tarado con las mejores calificaciones.

¿ Saben que diablos se me ocurrió? Una pavadita, averiguar donde van a parar: LOS SUEÑOS, RECUERDOS, ALBURES E IDEALES (realizados o no) pensé en lo que creí más lógico, que el depósito de este delirio debiera estar en el cielo, tal vez en una especie de gran galpón o algo así.

Después de un buen rato de apretarme la única neurona que me queda y en un estado de excitación extrema en la cual hasta con Dios discutí, fue en ese místico momento  que mirando al cielo le grité, “soy hincha de velez y me la banco” esperé una respuesta pero nunca llegó.

Cuando me hube calmado y siempre metido en esto que me ocupaba, decidí hacer lo más sensato: buscar la opinión de algún estudioso que me aclarara lo que me tenía tan nervioso, porque comprendí que yo solo (ni mamado).

Acto seguido y como lo hago las veces que tengo algún “despelote existencial”(que son muchos y variados) cerré los ojos y me remonté a esa vieja época en que era normal ( por eso del masoquismo ¿vió?), luego retomé la búsqueda de lo que me tenía tan atribulado.

Recordé que por el barrio de Belgrano moraba un Inglés, viejo profesor él, que había ejercido en las universidades de Cambridge, Oxford y en muchas más, su nombre era Henry Sogán, especialista muy reconocido en la teoría cuántica, la robótica y a los trabajos de Einstein se los pasaba por las “talopes”.

Nunca me voy a olvidar donde vivía, si mal no recuerdo era por el barrio de Belgrano , revolviendo entre mis papeles encontré la dirección y hacia allí me fui, toqué timbre y al rato me abrió él personalmente, un viejito muy simpático, lo que me llamó un poco la atención era que tenía un pucho apagado en la oreja, una musculosa con tres agujeros y una corbata con pintitas rojas (ustedes saben como son los intelectuales ¿no?).

Muy amablemente me hizo pasar, sirviéndome una copita de ginebra que tenía más grados que el desierto del Sahara, la mugre y el desórden que reinaba en ese cubículo era de no creer, pero mi corazón saltó de alegría cuando observando más detenidamente, veo que hay una  cantidad más que importante de libros y me dije: ahora me doy cuenta porque es tan erudito, allí mismo tuve ganas de gritarle al mundo, lean y cultiven su intelecto…HATO DE MEDIOCRES.

No se si ustedes saben que una de mis debilidades es la lectura, saber esto y manotear un ejemplar para hojearlo fue solo uno, el primer título que tuve en mis manos fue: “MEMORIAS DE UNA PRINCESA RUSA” y me dije: esta gente también necesita algo ligero para sus momentos de tensión, el segundo título que miré fue: “LAS CIEN MEJORES POSES DEL KAMA SUTRA”, entonces tuve que dejarlo de inmediato (me estaba excitando).

Pasé a contarle mis desvaríos, lo pensó un rato y me dijo que no era ninguna locura, que él había inventado un artefacto tipo máquina del tiempo y que con una previa preparación de mi parte, podríamos llegar a saber lo que con tantas ansias buscaba.

Loco de alegría y en un estado de excitación extrema, le pregunté si podíamos comenzar ya y que era lo que debía hacer, lo más importante en primer lugar era que me desnudase, lo miré extrañado y le pregunté ¿para que?, contestándome que me debía poner una enema (sic) porque para entrar en dicha máquina, era imprescindible tener los intestinos desocupados, para que no interfirieran con el mecanismo ¿vio?.

Bueno, me dije: si en aras de la ciencia debo someterme a este sacrificio, me encomiendo a Dios, que sea lo que él disponga, a los diez segundos y antes de desnudarme, sentí correr por mi espalda un sudor frío que me despabiló y noté como se me fruncía…la frente.

Con el cerebro bien despejado y ya en mis cabales sentí una voz interior que me decía: pedazo de animal, que carajo te importa donde van a parar las cosas si ni siquiera sabes dende va tu señora, CUANDO TE DICE QUE VA A LA PELUQUERÍA.

Me despedí del profesor diciéndole que lo iba a pensar y que mientras tanto, porque no le daba turno “ a la hermana”.

Para colmo de todo este lío, miro el calendario y me entero que ese día era SAN CANUTO, en ese momento se me clarificaron las ideas y me di cuenta que era preferible ir por la vida…¡CON LOS PRINCIPIOS…BIEN SANOS!.

                                                                                                                           Boris Gold

                                                                                                          (simplemente…un poeta)