Las ciudades pequeñas y cuadradas
recogidas en sí mismas, sin voces.
Cual nidos encajadas
renacen por los roces.
Donde el sol se retuerce no solloces,
las flamas invisibles: son emboces.
Las personas se aprietan condenadas,
tan simples y feroces:
callejas atrapadas.
Si se escabullen sombras congeladas
grabada de aguafuerte:
Casi todas las horas del espanto
apretando la magia de la muerte.
Amalia Lateano
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