Hiems Aeternam

Las cuerdas malditas de un desdichado

Torpes los dedos, secas las manos;
de una cuerda a otra salto y en oídos
extraños entrego cada intento vano
de producir sueños o construir engaños
con chirridos de acero y melodías de
espanto.

Un aullido o desatino desbalancea
la música y pierde el ritmo, crea
un profundo vacío o soleicismo en
notas que vibran con los crujidos
de cuervos extraños o negras arañas
!subiendo por el cielo y cubriendo
la mañana!

¡Oh, instrumento profano! No hagas
llegar, con melodías lascivas, las
promesas vacías y los deseos ufanos,
que no es en vano que tu música maldita
ha resucitado la canción bendita de un
desdichado.

Son las cuerdas malditas de las flores
marchitas, de las torpes palabras y las
muertas caricias, así como yo, en perfecta
armonía, deslicé mis manos sobre tu cuerpo
curvado y creció mi agonía.
Guitarras dolidas...