Te llevaste, sin más, todos mis sueños,
con la tibia urdimbre de mis años,
y los ojos que hasta ayer me acompañaban
me los fue comiendo la distancia.
Me arrebataste y estoy aquí, en el desierto,
presa del silencio y de la duda,
escondiéndome de las ausencias,
espantando nostalgias y locuras.
Me desvelaste lejos de la aurora,
cuando en la sombra solo se ven sombras;
se burla de mí la soledad impune
con su carcajada cruel y predadora.
Me quitaste la luz en pleno vuelo
y el invierno se anidó en mi alma;
se me llenaron los ojos de pasado
y una a una se apagaron las estrellas.
Capitán Bermúdez, 20 de junio de 2003