Kin Hoshi

Un gato en la azotea...

Sentado sin preocupación alguna,

con elegancia propia de su raza;

menea su orgullosa cola y bosteza

mientras el sol le calienta de mañana.

 

Observa con gran calma

el trajín de la calle cercana,

ignorando aquel vaivén

que desgracias solo causa.

 

Un ciclista que sus bolillos

en la cesta llevaba, ahora

en el suelo esparcidos los haya.

 

La señora del mandado

poco ha salvado, la leche

y los huevos en la calle

han quedado, mientras

las frutas magulladas

poco sirven de ensalada.

 

El conductor enfurecido

a gritos y demonios,

del auto ha salido

buscando al culpable

del destrozo de su nave.

 

Y la trifulca se arma, uno

contra dos y dos contra uno;

y si no llega un gendarme

la calle hasta con sangre

se mancha y un cóctel

de emociones se prepara.

 

Y desde la azotea, el único

testigo baja, no para calmar

a las bestias que ahí se matan,

sino por que su panza por leche

le suplicaba...