No puedo imaginar tu historia,
Un niño corriendo entre el mar y la tierra.
No puedo imaginar tus ojos
Y el dolor de dejarla partir con su silencio.
Tu pelo se volvió cano, tus manos llenas de ira,
Y guardaste en un baúl el recuerdo la daga
Que clavo tu alma profundamente herida.
No sé si naciste en Diciembre, como decían,
O en Agosto cuando la vida en el sur comienza.
No sé si jugaste con tierra y madera
O solamente miraste las nubes calladas del cielo.
Como un ave volaste a los tiempos eternos
En un carro viejo de ufanas historias,
Fue esa luna *penquista como un triste invierno.
Y esa cuidad que abrazo tus miedos,
Donde amaste a la amada y robaste su tierra,
Esa cuidad aun te mira de lejos
Como yo te miro desde la roca perdida.
Viejo amarraste a mi pecho de hombre
El orgullo de tenerte en el profundo recuerdo,
En el frio del norte habita suave tu nombre.
Yo recuerdo tus manos cansadas,
Recuerdo esa pálida noche de septiembre.
¡Cómo me golpeo eso a mi alma!
Tú lo sufriste en la oscuridad absoluta
Y no quisiste darnos más tristeza.
No quisiste que viera tu alma abatida,
Y entre tu casa y un árbol armaste tu fortaleza.
Nunca viste mi destino lejos de mi tierra,
Aunque creo que en el fondo lo intuías.
Como sabias que vida era pasajera,
Que no se detiene el futuro en una estación lisonjera,
Ni el sol por en las tardes de verano,
Viejo hombre de playas **Tomecinas,
Abuelo tierno, tomaste dulcemente mi mano.
*refiérase a la cuidad de Concepción
**refiérase a la cuidad de Tome
Leandro
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2016