No consigo dormir esta noche,
las letras, locas, se juntan
formando un enjambre de palabras rebeldes
que van y vienen,
que salen y entran
de mi transitada cabeza
para formar un sinfín
de anárquicos versos
que van cambiando instantáneamente de orden,
al azar, sin lógica alguna.
No puedo dormir esta calurosa noche,
el poema no sale, y este no da tregua al cerebro para que al fin haga descansar de una maldita vez a mi castigado cuerpo.
Ya por la mañana, a la salida del sol, es cuando quedo dormido, inmerso en mi pesadilla más recurrente.
A mediodía despierto,
aún falto de sueño, y me levanto para sentarme en el escritorio, donde saco,
con la ayuda del lápiz,
la nueva criatura concebida
en la infernal madrugada del demonio.