Preguntando a la duda
se burla la ironía,
no se puede caer más bajo
ni pretendiendo ser fantasía.
Ser un poeta sin poema
ya es una dura tarea,
un camino inexplorado
en que la valentía
se debate con cada palabra,
con los versos que huyen,
con los prejuicios entintados,
con la falsa sonrisa
de un verso enamorado.
Vivir una vida sin vida,
-incoherencia, pesadilla-
una razón injustificable,
jugar en tierra de nadie,
disparar a la sombra de un sonido
inerte en el eco de un alud.
Guardar la cabeza en el bolsillo
y esconder la mirada de todo,
no será un acto digno,
pero eso que importa en una mente subversiva
en la que una botella de whisky
ofrece la mejor salida?
Ser poeta sin poema,
sin vida, sin cabeza,
con más necesidad de calma
que inspiración,
con el alma alerta,
siempre cerrando las puertas,
parece arduo y cansado,
pero si no se busca recompensa
puede tener significado.