De tu mirada me gusta, hasta cuando quema
porque cuando quema, sé que amas
y cuando amas, respiras a la vida
y la vida hay que sacarla a pasear,
como las tormentas y empaparte de aquella lloviznita
sin usar paraguas, que son para cobardes.
De tu mirada me gusta aún cuando no mira,
sin despertar tus pestañas al balcón de la vida
y evitar convertir en un precipicio todo aquello que observa,
porque tu mirada en ocasiones es un hola y adiós
y no entiende de signos de interrogación,
por eso en un atisbo de sensatez,
volví loco
y en un ataque de locura,
encontré la calma,
entre tus manos,
entre tus labios,
entre tus piernas
y eso que decían,
que no había tanta distancia
para recorrer en tu cuerpo.