Borde y ojo es piedra y tierra,
donde se mece mujer,
desde el agua.
Anhelo azul que va y siembra,
remembranza anteayer,
sin su fragua.
Bebí el ardid de tu senda,
tus sollozos y tus lunas,
anegadas.
Reverberé así tu albenda,
exornando en luz tus dunas,
más preciadas.
Obliteré tu razón,
con ceniza de alas grises,
y azabaches.
Y cuando por fin llovió,
rielaron crines y lises:
Alfaraches.
Espuma fuiste mujer,
que ataviada de candor,
bien naciste.
Hervor que apaga la sed,
en tibios ojos de sol,
te vestiste.
Agua baja por tu vientre,
como alondra en río vivo,
de ajenuces.
Eres tú noctilucente,
y tus ardores avivo,
dando luces.
ROGERVAN RUBATTINO ©
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