Tarde de domingo, cinco de la tarde de cualquier domingo
de cualquier mes , de cualquier año, derrotado, descansando
tras la batalla vespertina, disparando frases con pólvora de
ingenio, luces de neón que me desnortan en picado hacia el mar.
Pienso en el volver a empezar del lunes que no hay derecho, no
debería existir el concepto lunes, debería estar prohibido.
Pienso... No me atreví a decirle al oído: ¡ Enséñame a bailar
así¡,¡¿cómo es posible mover las caderas de esta manera?!
Aunque le hubiese dicho algo, pienso..., no estoy he-
cho para ella, es tan joven que no podría aceptar a
un hombre que regresa como yo, aunque siga con-
servando mis laureles, ¡ Y si me hubiera respon-
dido! me miraba, me miraba...
Mientras doy buena cuenta de una fabada y un buen gazpacho andaluz
me lamo mis heridas, me preparo para la próxima batalla sabatina.
¿Tendré suerte la próxima vez?. Ojalá se cruce ella otra vez en mi camino.