Alberto Escobar

Sus Caderas

 

 

Tarde de domingo, cinco de la tarde de cualquier domingo

de cualquier mes , de cualquier año, derrotado, descansando

tras la batalla vespertina, disparando frases con pólvora de 

ingenio, luces de neón que me desnortan en picado hacia el mar.

 

Pienso en el volver a empezar del lunes que no hay derecho, no 

debería existir el concepto lunes, debería estar prohibido.

       Pienso... No me atreví a decirle al oído: ¡ Enséñame a bailar

                así¡,¡¿cómo es posible mover las caderas de esta manera?!

                      Aunque le hubiese dicho algo, pienso..., no estoy he-

                        cho para ella, es tan joven que no podría aceptar a 

                          un hombre que regresa como yo, aunque siga con-

                               servando mis laureles, ¡ Y si me hubiera respon-

                                  dido! me miraba, me miraba...

 

Mientras doy buena cuenta de una fabada y un buen gazpacho andaluz

me lamo mis heridas, me preparo para la próxima batalla sabatina.

¿Tendré suerte la próxima vez?. Ojalá se cruce ella otra vez en mi camino.