EDUARDO FAUCHEUX

HERMANOS ENFRENTADOS

HERMANOS ENFRENTADOS

 

Muchas veces, en recónditos sitios, buscamos,

en exóticos, en sagrados, en milenarios países lejanos,

la paz que, supuestamente, esos lugares tienen escondida,

pero que está, dentro nuestro, en los recuerdos, algo perdida.

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Otras veces, imaginamos crueles enemigos, seres monstruosos,

y peligros extremos en fantasmagóricos castillos ruinosos,

en amenazadoras situaciones que, quizás, nunca llegan,

iniciando batallas con rivales que jamás se repliegan.

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En ciertas circunstancias, cometimos o cometemos,

los hechos que, hipotéticamente, hubimos o hemos,

-tras paso del tiempo- juzgado, criticado y condenado

y que, voluntaria o inconscientemente, hemos olvidado.

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¡¿Y cuántas veces hemos supuesto que somos los mejores,

que somos el supremo ejemplo, los perfectos instructores,

que somos el mejor modelo, y que a todos les vamos diciendo

que deben aprender; y si no entienden, que vayan entendiendo?!

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Con todas estas excusas y malos entendidos, vamos pregonando

todos los errores y augurios fatales que venimos pronosticando,

que pronto, que en breve plazo ya se amenazan que van a ocurrir,

que es culpa de los otros, que es por culpa ajena, que van a sufrir.

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Y por esto nos creemos que somos los únicos bendecidos profetas

que fuimos enviados a la Tierra, con supuestos poderes y metas

que poseemos, para cambiar a este mundo lleno de injusticias,

¡siendo nosotros los encargados de limpiar tamaña inmundicia!

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Surgen, así, los líderes, los que deben combatir todos estos defectos;

los hermanos que levantamos las armas, olvidando todos los afectos;

defendiendo todos nuestros derechos, con el castigo que entreguemos,

para corregir a los otros hermanos, que es el deber ¡que nos debemos!

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Vivimos nuestras amargas frustraciones, nuestras inconsistencias,

nuestras ambiciones, de igual manera que en nuestras conciencias

hamacamos antagónicas emociones, que sufrimos todos nosotros,

en estas o distintas ocasiones, pero similares a las de los \"otros\".

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En nuestros consejos, en nuestros ejemplos, ¿cuál es la realidad?

todos tienen razón, ninguno se equivoca. ¡Todos tienen la verdad!

Entonces, si fuera mejor vivir a nuestra exclusiva forma personal,

¿no es mejor elegir todo lo que a otros hermanos no les vendría mal?

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Entre tantos hermanos que están encadenados a sus propias afrentas,

que, enfrentados, jamás se podrán poner de acuerdo, a fin de cuentas...

¿no estaría muy bueno que cada uno descubra su existencia trascendida

y que cada uno piense en sus hermanos, contemplando ¡su propia vida!?

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Eduardo Faucheux

05-09-2016