Julián Riveira Dosártes

¡Ah, mi musa!

 

¡Ah, mi musa!
Con la ventana abierta
tendida y desnuda
yace mi musa, acariciándose y, ¡ay!
Una vehemente brisa recorre todo mi cuerpo
y, su dulzura me aconseja no perder el tiempo
pues, ¡ella es mi amada y todos mis pensamientos!


Despacio y silente,
me acerco a mi dorada musa
y, una vez enfrente, aprieto
mis labios mojados a su oído
y, ¡cómo susurro lo que voy hacerle,
lento y apasionado, a cada
parte de su rosado cuerpo!


Ah, mi musa es: ¡dos nubes de pie y, un eco resuelto!
¡una tenaz tormenta eléctrica y —yo— su único remedio!
¡Ah, sí! ¡Ella, expuesta toda, así, mi consuelo!
¡Ah, mi musa es una ventana abierta sin llavero!