Te percibo en la cortina
donde el nudo del ocaso
nos dibujó la palabra
con el acento callado,
trocando todo el recuerdo
en la apatía de un tramo.
Te palpo en la letanía
de las ansias que rescato
de un arcón donde los besos
guardaban todo el encanto,
seducidos por la bruma
que con el silencio aplaco.
Te dibujo las pupilas
tras la certeza del halo
donde aglutinas la sal
que con los labios separo,
descubriendo en un segundo
lo que en segundos deshago.
¡Con cuánta lluvia te toco
sin el sensor de la mano!
Me encuentras en la sorpresa
que vacilando traspaso
doblegando mis orgullos
sobre el pecho desarmado,
puliendo un rumor de voces
donde nada te proclamo.
Me sorprendes las hormonas
con el sol de tu recato
sin otra señal mejor
que la brisa de tu encanto,
hurtando toda mi risa
con lo impune del atraco.
Me devuelves la distancia
por una cuerda que escalo
hasta tocar manecillas
que del recuerdo separo,
borrando el crono perdido
con el tiempo que propago.
¡Con cuánto fuego me quemas
bajo el anhelo carpiano!