Cayó una noche helada y repentina,
mis manos congeladas,
mis piernas petrificantes y mi mirada
perdida estaba.
No quería mirar los ojos
que alguna vez me dieron calor.
dolor y despojo.
un sin fin de palabras
no se me ocurrío esa noche
mi frialdad de lo sucedido
hizo pesada esa noche y
de repente todo cambio.
resurgío el dolor de tus labios,
la ansiedad de mi mirada
y la tendencia de mis labios
que se posaban lentamente
sobre los tuyos dejando a un lado el pasado.
No fue así, el caos comenzó
repentinamente la burla,
la ignorancia y mi probabilidad de ser feliz
se derrumbo como
un capullo marchito que murío sagazmente
sin conocer el amor.
que dolor, ho, que dolor.
resurgió nuevamente de tus incitables labios.