Gaviota Romero

Pienso en niños de otros lugares

                                                                             De Gaviota Romero

También pienso, en los niños de Siria y otros países musulmanes, que están siendo bombardeados, estos niños no conocen la infancia, la mayorías de ellos mueren antes de conocer ¡oh Dios! Sí, su infancia.

Esta canción de fondo, cantada por niñas de Siria, se preguntan. ¿Mundo qué está pasando?

¿Mundo donde estás? ¿Qué hemos hecho para que nos asesinen?

El miedo nos domina.



Nieve que cubre los árboles, limpios de hojas y nidos vacíos.

Oscuridad temprana, y luces en las ventanas.

Se siente el frío como cristales en la cara.

En el hogar, las chimeneas humean, y hacia el cielo el humo se pierde.

Las calles desiertas,solo huellas, en la nieve quedan.

 

El calor del hogar me hace recordar, el frío tan crudo, que muchos

niños refugiados sentirán en sus pequeños cuerpos, y se agudizan más

al no tener nada que a su boca llevar.

 

Escasez de mantas, comidas y calor humano, es lo único que encuentran al llegar a otro lugar.

 

¿Cómo pueden los gobernantes de estos países descansar comer, dormir,

sin que sus conciencias les molesten?

Venga, tu Reino... oh Dios, para que tu voluntad en la tierra se haga, pues

hoy, la tierra deja mucho que desear.

 

Que se santifique tu nombre santo, pues el hombre de sangre inocente lo ha manchado y te han calumniado.



Y dicen... no existe Dios. El hombre culpa a Dios, de lo que ellos hacen,

por su mala conducta ellos mismo se acaecen dolor, angustias, penas

y en su mal proceder agentes inocentes hacen padecer.

No culpar a Dios, si no buscarlo... y él se dejara hallar.

 

Sepa el hombre, que nos dejaste tu palabra escrita, para que por medio de ella,

te conozcamos, y hagamos tu voluntad, porque pronto en la tierra tu nombre santo se vindicará,

un solo gobierno abra, el cual traerá paz, y armonía, en todo lugar, la muerte y el dolor no existirá más;

y la tierra llena de personas justas estará.

Y entonces sí, hallaremos nuestro deleite exquisito en la abundancia de paz.

Sí, paz, de la que hoy día, carece la humanidad.