Inútil sanidad de mi herejía
con tinta de mi corazón de acero,
si me empujan las aguas del venero
a la selva del áspid…más sombría.
Asola mi gemir la geografía
sobre el surco tristón de mi puchero,
sin que vea los rayos del lucero
que el cielo a los mortales les envía.
Ni tengo un gran poder…así silvestre,
para sacar de mí la agraz manzana
que tanto daña el historial terrestre.
¡Y vuelva a ser mi carne tan lozana
cual Eva fue en la génesis rupestre,
desnuda de pecado….puritana…!