Olas de bramantes sueños
irrumpen contra acantilados de esperanza
que hoy son mis versos.
Te escribí mil cartas que navegaban
con el destino de encontrarte,
pero en mitad de un mar
en el que nada importa,
ahogaron mis palabras en su infinito llanto
como un velero que rompe
con un ligero viento que en su mente
disfraza de una tempestad de miedos.
Se oye el eco de mis lágrimas
retumbar en el horizonte del olvido,
cielo gris de amargos ojos,
su fulgor desvanecen como se desvanece
el valor que nunca tuve.
Me perdí cientos de veces
en las ávidas tierras de tus radiantes luceros,
sin conocer el camino de vuelta
pero sin querer conocerlo,
sabiendo que la luz con la que tú me mirabas
era lo único que necesitaba
para darme cuenta
de que en tus ojos me perdía
y en tus ojos me encontraba.
Hoy como el velero,
mis ilusiones naufragan y se rompen
hundiéndose en un silencioso
mar de lloros,
bajo las olas de nuestros corazones.