Traes un sabor a vodka en los labios
y me incitas discretamente a probarlo,
es extraño el cóctel entre tu aliento y el mío,
y el poder de incitarme a pecar.
Traes un montón de constelaciones en la piel
que a su vez se convierten en carta celeste.
Hay complicidad entre tu piel y la mía,
hay un verso en cada poro que te compone.
Me conviertes en un barco,
- ¡vaya que me encanta navegarte! -
mermar tu marea es deleitante,
y siempre,
indescriptibles sensaciones se desatan en huracanes.
Los puertos que te esperan se diluyen
en las saladas aguas de mi mar.
No hay anclas en nuestro viaje
es un crucero sin desenlace.
Embriágame con una copa de saliva,
tienta mis deseos con tu rutina
y si quieres,
vaga por mis aguas por más de siete vidas.