Me sedujo tu talle esbelto y fino
y tu forma de hablar tan cariñosa,
te miraba tan linda y tan graciosa
con tu cuello de porte alabastrino.
Me embriagaste con ese dulce vino
y tu forma radiante y misteriosa,
sin pensar que serías mariposa
que el amor considera desatino.
Y miré de tu cuerpo el pentagrama,
y escuchaba tu voz tan extasiada,
y dejastes aromas en mi cama
que dejaron el alma ilusionada,
olvidé que serías una llama
que se mira en minutos apagada.
Autor: Aníbal Rodríguez.