Al final de la noche…
allí donde las rosas velan tu belleza,
en el mismo lugar donde encogimos nuestras almas…
y donde acariciamos el amor con silencio, ciegos.
Allí, te quise como nunca.
En aquel rincón, escondido de la conciencia.
Bajo el semblante alegre.
Allí, debajo de mi terquedad.
Tartamudeando el futuro…
Allí, te quise como nunca.
Y fuiste todo en la nada,
afilaste mis navajas,
cocinaste mi alegría
y besaste cada herida.
Y te quise como nunca
Y te quise, como se quiere el aire.
Te hiciste indispensable.
Y odie el frenesí,
me consumí en tu risa.
Y te quise como nunca…
Con el edén en tus manos,
con tus ojos mortales…
y con afecto eterno…
Hoy,
aquí...
¡Te amo como nunca!