monique ele
El amor no es un amor....
El amor es así... como un pequeño travieso y burlón.
El amor no sigue reglas, no le interesan las apariencias
ni lo que los demás digan.
El amor cree que a nosotros tampoco debería importarnos.
No, al amor no le importa si la mirada ajena duele, si el comentario malicioso ofende... si nos preguntamos por qué tanta maldad hacia el amor.
El amor es así: genuino y travieso, avasallador.
El amor nos señala obstáculos solo para que los crucemos...
El amor es así de loco; no le importan los números, la cronología ni los cumpleaños... la geografía, la billetera o los barrios...
El amor no exige Curriculum Vitae... ni pregunta cuántos
seminarios certificados llevamos, o si tuvimos a bien culminar los estudios.
El amor no lleva en cuenta las creencias, si sos hincha de fútbol
o ves telenovelas...
Al amor le importa un carajo cuántos libros leíste o si pronunciás la última letra de las palabras.
El amor no pregunta si roncás al dormir...
-es más, creo que le divierte mucho que la gente ronque-.
El amor no pregunta si sos bebedor social, abstemio o si bebés perfume o gasolina, si te bañás de noche, si te lavás el ombligo y detrás de las orejas, si enjabonás tus pies.
El amor no mira tus uñas ni sabe de manicuras.
En ningún cuestionario el amor pregunta si te bajaste un porro... o si tenés la garganta tan clavada que se te atragantaron las penas.
El amor no inquiere si peleaste con tu \"dealer\" (no sabe lo que es un dealer), no le preocupa si te llevó la policía por ser un desastre, o si la policía es un desastre y por eso te llevaron.
Al amor jamás se le ocurrió preguntar si buscaste hongos en la sierra o si sos un iniciado...
El amor no lleva cuenta de tus seguidores en Twitter ni de tus \"megusta\" en FB... Se me antoja que el amor no tiene redes sociales... y si las tiene, tal vez, no las comprende...
Al amor le da igual que te apasione el arte, la investigación o el vallenato...
Sí, al amor todo le importa un carajo: tu coeficiente, tus inteligencias múltiples; o las múltiples excusas de tus múltiples fracasos.
El amor jamás pregunta si tenés bien repasado aunque sea
un diez por ciento del kamasutra (porque él si leyó el kamasutra).
El amor no pregunta si usás forro, si te cuidás con pastillas o practicaste un aborto. El amor no se indigna si tus hijos son de diferentes padres... o si tus padres son de diferentes hijos... si estuviste en la cárcel, el psiquiátrico o el monasterio.
Si sos hombre; el amor ni siquiera te pregunta si reconociste a tu prole, si sos un buen padre, si tenés parcela en el cementerio.
El amor no te pregunta si sos patronista, hedonista o sindicalista, laburador o planillero, si asegurás al menos el sustento de tu casa... Es más, pienso que le divierten las economías saltimbanquis...
Al amor le importan un carajo tus películas adolescentes
o que te pintes las canas mirando dibujitos.
El amor no pregunta si llorás tontamente, si insistís a gritos con que la poesía existe o que Elvis vive y el Che no es remera...
El amor es totalmente daltónico.... no sabe emparejar los colores... ser hombre y mujer... hombre y hombre... mujer y mujer... le da todo lo mismo... Es por eso que al amor lo odian las beatas y se santiguan a su paso... aunque a él tampoco eso le importa.
El amor es tan pero tan hijo... de su madre... que te lanza una pelota en llamas directo a la pelvis, a 110 metros del arco... frente a una barrera de once hombres... mientras ellos se ríen y te estás quemando.
El amor es de esos... pequeños y brutales insensibles. Al amor la disparidad lo emociona y le recarga endorfinas.
Al amor no le preocupa congeniar romanticismo con producción de capitales. O si se puede ser feliz con amor, solo con eso.
No; el amor no es como creen muchos: un arduo pero feliz rompecabezas. Las piezas que más le agradan al amor
nunca encajan.
Al amor le encanta ver dos formas distintas
luchando por acoplarse. Y él amor sabe -y nuevamente disfruta el muy maldito- él sabe que nunca encajan. El amor se te burlará en la cara, hasta que entiendas que la solución es aceptarse.
El amor no es ningún rayo luminoso golpeándote el pecho en mitad de la noche, no es la vida anunciándote que antes en realidad estabas muerto.
El amor... el amor no es un verso... El amor es un pequeño perverso observándote como si fueras la más divertida de las comedias...
El amor no tiene conocimientos filosóficos ni leyó ciencias políticas... no sabe qué es la derecha o la izquierda... total... él -el amor- no tiene manos...
El amor no te pregunta sobre Dios... él siempre se sintió Dios y como tal se comporta... aunque no siempre gane...
El amor no estudió geografía ni matemáticas... no pregunta si tuviste mamá, papá y hermanos... si todos dormían bajo el mismo techo... si tenían mascotas y ningún papel que los separe.
El amor no analiza si quedará bien una foto juntos,
si podrán tomarse de las manos al caminar por las calles,
darse un beso en las despedidas... y no parecer indecentes.
Al amor no le interesa y, definitivamente, el amor es muy maldito...
como que, al fin y al cabo, no es su problema.
El amor no usa reloj... no le importa el tiempo.
El amor es un pequeño irresponsable y burgués. A veces llega demasiado temprano y otras... demasiado tarde...
El amor se ríe de las obligaciones y las formas... al final de cuentas... tampoco son su problema...
El amor no mira calendarios para planear encuentros...
El amor sabe que las páginas de sociales arman parejas más bonitas... pero cree que las suyas son más verdaderas...
El amor no usa moldes buscando personas que encajen...
después de todo, tampoco estudió repostería...
aunque \"corte y confección\" le encanta...
El amor adora la estética... pero es un poco bizarro...
No lo admite pero tiene más de Picasso que de Renoir...
y más de Sabina que de Arjona...
El amor se ríe de nosotros. A él no le importa nada...
es decir; al amor todo le importa un carajo...
El amor no es un amor...