-“Elije tres poemas
y por favor léelos para mí.”-
Llegué aquí
aproximadamente hace un mes,
por recomendación de un amigo,
de esos que llegan por casualidad
en ciertos días de melancolía,
a llenar nuevamente tu vaso con licor
cuando todo lo has perdido.
Imagino,
que mi historia habrá conmovido sus recuerdos
así que,
en una tarjeta de presentación arrugada,
escribió esta dirección.
Quizá por asesinar el tiempo,
ese que se escapa
cada que respiro
o tal vez,
por que en verdad lo necesito,
estoy aquí.
Aquella mujer
de mirada profunda
me pide leer
los pliegues
de mi propia alma.
Sin duda, alguien le ha hablado de mí,
de algún verso le soy conocido.
Me pide tres poemas,
sin saber que para mí,
son filosos recuerdos
que prometí
hace tiempo
no volver a nombrar,
ni siquiera con el gris de mis metáforas.
Toma sus notas
sin quitar sus ojos de mi boca
y yo
muy dentro de mi
me enredo en sus tobillos.
No tengo nada
y me avergüenzo.
Mi lengua se hace piedra
y mi voz se traga un eco.
No entiendo
por qué relacionan la poesía
con este bulto errante.
Poesía eran sus ojos,
poesía era su sonrisa,
poesía era su vida
junto a la mía.
Poesía si la pienso,
poesía si la miro,
poesía si la vivo.
Y aunque no percibo
el encanto en mi boca,
aquella mujer extraña
consume su bolígrafo
con cada movimiento de mis labios.
Poesía
que no se materializa,
ni siquiera me roza.
Hay preguntas
e infinitas respuestas.
Y un diagnostico
nada acertado
que rechaza mi locura
y me pone en el mismo costal
que a todos los demás.
Le mostré tu foto
y solamente sonrió.
“-Usted tiene miedo
de aquellas galaxias
que tiene esa mujer en la cara,
usted vive,
cada que escribe sobre ella,
y le aseguro,
muere si pasa un día
y no lo hace.
No puedo ayudarlo a olvidar,
sería como entregarle un cuchillo
para mutilar sus manos.
Sería como prenderle fuego
a sus sueños.
Acabar con todo esto,
no me lo perdonaría
la vida.
Esto es usted
y no necesita superar a nadie
eso ya lo ha hecho.
No deje de ser feliz
viviendo miles de historias
usted y su papel,
su bolígrafo y su piel.
Nunca deje de hacer esto-”
Besó mi frente,
como nunca,
y salió de aquella habitación
dejando un par de clavos más
al borde de mi corazón.
Llevo veinte minutos
sin dar un solo paso,
estoy esperando que regrese,
ella,
que hizo esto.
La estoy esperando
para contarle
que no hay tres poemas,
pero está este
que es para ella.
Y saldré
con mi sonrisa
agarrada a sus palabras
a buscar
aquel lugar solitario
en compañía de mi libreta
para pedir un licor doble
y seguir viviendo,
así,
como ella me lo ha pedido.
©NicolásRangel/Reservados todos los derechos. Septiembre, 2016.