En una callejuela de esperanzas y sueños
reunidas las traviesas niñas de mi barrio;
una tarde crepuscular iba con nosotras
y un hermoso espectáculo nos invadió.
Un recuerdo hermoso circunda por mi mente
aquella inquieta caravana de estrellas reales;
ese cortejo de luz danzaban intermitente
en la noche obscura nos daban señales.
Nos sorprendió mirar este suave destello
de la fosforescencia de aquello querubines;
halagaron
a nuestro corazón y sentidos
deleitándonos de esos pequeños serafines.
Momentos inolvidables de nuestra infancia
al trasladarnos a ese santuario de fantasía;
todas jugamos con ellas a las escondidas
dejándonos estelas que duran todavía.
La estancia de ellas es natural y repentina
como aire de inspiración de las poetisas;
como la luz de las luciérnagas que son ciertas
y con el mensaje mágico de hadas madrinas.